A fines de la década del noventa, una promesa del automovilismo argentino comenzaba a mostrar su talento innato en los autódromos. En 1998, Roberto Carlos “Kaki” Rivas fue campeón en su debut en el TC Pista, la antesala del Turismo Carretera. En la siguiente temporada, cumplió el sueño de correr junto a los grandes del automovilismo nacional. “En ese momento pensaba que el próximo año iba a tener más presupuesto, un auto mejor y que lo iba a ganar todo. Pero para mí, el año siguiente no existió”, recuerda en diálogo con Clarín.
Tras un hecho de inseguridad en noviembre de 1999, Rivas perdió su visión y se vio obligado a apartarse del automovilismo. “Quedé en medio de un tiroteo y me entraron quince perdigones por los ojos”, cuenta. Estuvo 15 días en terapia intensiva, pasó por tres hospitales y en todos decían que no se podía hacer nada. “Me daban por muerto, pero Dios me dejó vivo”, reflexiona.
Roberto «Kaki» Rivas en el inicio de temporada de 1998. Gentileza: Roberto Rivas.Este mes se cumplen 26 años del momento en el que su vida cambió para siempre. Aunque ya no pueda competir sobre un coche, la sangre de campeón y la pasión tiraron fuerte para que pudiera reinventarse en el deporte. Probó distintas disciplinas que se adecuaran a sus aptitudes, hasta que apostó por el tenis adaptado y se consagró como el primer campeón a nivel nacional.
Representó a la Argentina en mundiales en España, Italia e Inglaterra, llegó al top 5 global y se convirtió en una figura emblemática del deporte adaptado. En paralelo, nunca dejó de seguir el automovilismo y se muestra optimista del futuro internacional que viene de la mano de Franco Colapinto y Nicolás Varrone.
Campeón del TC Pista y su paso por el Turismo Carretera
La temporada de 1998 del TC Pista, la categoría previa al Turismo Carretera, contó con la inscripción de poco más de 180 pilotos. El campeón de esa edición manejaba una Chevy amarilla que lucía el número 74 y su apellido en la trompa: Rivas. Tras 16 carreras, logró marcar la diferencia con dos victorias, seis podios y obtuvo el campeonato en su año debut.
Roberto Rivas cuando corría en TC Pista en 1998. Gentileza: Roberto Rivas.Cada carrera prometía peleas intensas en la que los primeros puestos se definían rueda a rueda. Pero fuera de los circuitos, el ánimo competitivo no se hacía notar. “Los que corren en auto son todos amigos, tengo un ambiente hermoso del automovilismo. Los pilotos, los hinchas y la pasión hacían que se disfrutara cada fin de semana”, rememora.
En 1999, dio el salto al Turismo Carretera. “Mi sueño era ese, estar ahí junto a pilotos grosos como Traverso, mi ídolo. Pero solo pude correr 15 de las 16 carreras”, resume. Una semana antes de que Kaki pudiese formar parte del último fin de semana de la temporada, un evento cambió para siempre el rumbo de su vida.
El día que le cambió la vida
“El 6 de noviembre del ‘99 iba al banco acompañado por dos personas de seguridad y justo quedé en medio de un tiroteo”, comienza a contar, luego toma un mate para airear el relato. “Aparentemente tiraron con escopetas, que tienen cartuchos con perdigones. A mí me entraron 15 por los ojos. Es a día de hoy que tengo perdigones en la nuca”, cierra mientras toma otro amargo.
Roberto «Kaki» Rivas da charlas motivacionales contando su proceso de superación. Gentileza: Roberto Rivas.“Cuando me desperté después de 15 días en coma, veía negro. Pasé por tres hospitales donde me daban por muerto y aún así nunca me detuve a asimilar lo que me había pasado. Solo pensaba en que en unos días tenía que volver a correr”, cuenta sobre los primeros minutos de su nueva vida. Sin embargo, los golpes anímicos no tardaron en hacerse notar: “Antes del accidente pensaba que el próximo año iba a tener más presupuesto, un auto mejor y que lo iba a ganar todo. Pero para mí, el año siguiente no existió”, se lamenta.
Desde ese día, pasó más de una década para que Kaki pudiera asumir su situación. “Llegué a la conclusión de que por 12 años viví del pasado, porque veía que era campeón; y del futuro, porque pensaba que iba a recuperar la vista”, afirma. Luego de un proceso de introspección, entendió que no vivía el presente. “¿Cuál era mi aquí y ahora? Que había quedado ciego. Cuando realmente lo acepté, me obligué a salir a la calle con el bastón y no depender de nadie que me lleve o traiga”, reflexiona.
Su reinvención en el deporte
Cuando Rivas pudo digerir que quedó ciego, comenzó a buscar deportes para hacer. “Lo primero en lo que pensé fue en Los Murciélagos y el fútbol. Pero cuando veía, no me volvía loco jugar un partido. En ese momento, unos conocidos me ofrecieron el tenis para ciegos”, reconoce. En los primeros entrenamientos, le resultaba prácticamente imposible pegarle a la pelota. “Después de varios intentos, cuando le di por primera vez dije: ‘Esto es fantástico, me encanta’. Pero hasta ese momento era como un hobbie para mí”, expresa sobre esa etapa de acercamiento.
Roberto Rivas participó en el mundial de tenis para ciegos de Italia en 2023. Gentileza: Roberto Rivas.Tras años de entrenamiento, se adentró en el mundo competitivo participando y ganando el primer torneo nacional de tenis para ciegos en 2018. Este logro le permitió formar parte del mundial de España en 2019. “Me encantó el desafío de representar al país. En esa edición quedé quinto. Hasta ahora, mi mejor resultado”, sostiene.
Cada vez que emprende una competición, le da mucha prioridad a su fortaleza mental. Antes, se recriminaba cada error que tenía. Ahora, cambió el reproche por la motivación. “Tengo una frase que me digo todo el tiempo: ‘¿Qué somos? Una máquina imparable’”, repite varias veces como si pudiera desdoblarse de su cuerpo y hablarse cara a cara.
Sus inicios como piloto
“‘No sabes cómo lo hacías colear al karting ese’, me decían mis vecinos. Tenía un freno de mano al costado, entonces yo venía pedaleando, tiraba el freno y lo ponía de costado”, cuenta sobre sus primeros recuerdos relacionados con la velocidad. En esa oportunidad, era sobre un karting a pedal. Si bien no puede precisar exactamente cuándo sucedieron esos derrapes autodidactas, estima que rondaba los tres o cuatro años. “Las gomas quedaban lisas. Creo que esos mismos vecinos me odiaban un poco porque les dejaba la vereda toda marcada”, manifiesta.
Lo que sí recuerda claramente es cómo, pocos veranos después, dejaba boquiabiertos a sus adversarios en la pista de karting de Pinamar. “No me dejaban correr porque era chiquito, pero mi vieja Albita ponía la firma y decía: ‘Yo me hago responsable de todo lo que pueda llegar a hacer mi hijo’. Ella siempre confió en mí”, afirma. Cada vez que podía subirse al monoplaza, se convertía en el piloto más joven y no por eso se achicaba. “Iba a la pista y los pasaba a todos como si estuviesen frenados. Se ve que de chiquito ya me encantaba esa sensación”, asegura.
Es sabido que la base fundamental de todo automovilista se encuentra en el karting. Campeones de la máxima categoría como Senna, Hamilton o Verstappen son ejemplos de que es una etapa que no puede faltar en la formación de un piloto y que mientras más pequeño se transite, mejor. Sin embargo, Rivas no tuvo esa posibilidad: “Si yo de chiquito me hubiese metido a formarme en el karting…”, luego completa la frase en silencio y con gestos. Cierra los ojos. Asiente con la cabeza. Se muerde los labios. Empuja el aire con su mano hacia adelante, como quien quiere decir “hubiera llegado lejos”.
Sus primeras competencias
Los motores siempre llamaron su atención. Cualquiera que hiciera ruido y pudiera generarle adrenalina, le gustaba. Es por eso que, desde los 16 hasta los 20, compitió en motocross y cuatriciclos. “Comencé de guapo. Capaz el 90% de las cosas que hacía estaban mal, pero iba aprendiendo en el momento a partir de la prueba y error”, admite.
Sin embargo, su estado físico no terminaba de acompañar a su velocidad. “El motocross y el cuatriciclo te demandan mucha fuerza y resistencia. Como trabajaba todo el día, no me quedaba tiempo para entrenar—relata sobre su rutina por aquellos días—Entonces, en las carreras quizás lideraba las primeras vueltas pero después me pasaban porque mi cuerpo no resistía. Ahí decidí tirarme más al karting”.
Finalmente pudo competir en monoplazas a partir de los 20. “Comencé medio grande, pero en la primera temporada salí campeón en la categoría ‘Súper Sudam’ y al toqué comencé a correr en autos”, afirma. A partir de ese momento, Rivas considera que comenzó su carrera.
Qué opina sobre Colapinto, Varrone y el automovilismo argentino en la actualidad
El hecho de que Rivas no pueda ver las carreras no le resulta ningún impedimento para estar al tanto de todo lo que sucede con los pilotos argentinos. “Pienso que tenemos un futuro campeón de la Fórmula 1, lo firmo donde sea”, dice sin dudar en referencia a Franco Colapinto, quien ya fue confirmado para la temporada 2026 en Alpine.
En sintonía con esa declaración, cuenta por qué cree que el piloto pilarense tiene lo necesario para ser campeón: “El pibe va para adelante. No le importa si pelea contra Verstappen o Gasly”. Además, se refirió al adelantamiento del argentino sobre el final del GP de Estados Unidos: “Me motivó mucho que lo haya hecho. Es muy feo decirle a un piloto que no pase a su compañero de equipo, porque querés alcanzar y adelantar al que tenés adelante. Eso está en la esencia del automovilismo”, señala.
A través de un posteo de Instagram, Roberto «Kaki» Rivas compartió su apoyo a Franco Colapinto. Fuente: @kakirivas.Hace menos de un mes, Nicolás Varrone fue confirmado como piloto de Fórmula 2 en la escudería Van Amersfoort Racing para la próxima temporada. “Es increíble cómo de no tener nada pasamos a tener un piloto que va a la F2 y otro que se mantiene en la F1. Vamos a tener un montón de alegrías tanto por Fran como por Nico”, cierra Rivas.


